Comienza la película. Un pasillo oscuro se va aproximando a la escena con cada golpe en el bombo. Con brusquedad y un sonido impecable, un joven toca fervientemente una batería en una habitación del Conservatorio de Música Shaffer, en Nueva York. Milles Teller interpreta a Andrew Neiman, un chico cuyo esfuerzo, tiempo y vida están dedicados a la batería. Por su parte, J.K. Simmons es el profesor Terence Fletcher, conocido por su excelente carrera en el mundo de la música y por sus drásticos métodos de enseñanza. Impasible y temido por todos los estudiantes, dirige a su vez la Studio Band, a la que aspiran los jóvenes como Neiman.
Neiman trabaja duro para ser el mejor. Su único objetivo es triunfar en el jazz como baterista. No obstante, los problemas surgen con la difícil relación que le une a a Fletcher. Sus métodos son duros y psicológicamente afectan de manera considerable. Fletcher quiere formar al nuevo Charlie Parker, sin entender que no volverá a existir. Nacerán otros músicos, con otros nombres y otras características que mostrar al mundo. Neiman es uno de ellos. La banda sonora es absolutamente perfecta. A lo largo de la película, canciones como «Whiplash» o «Caravan» otorgan una esencia característica del buen cine. Los tempos marcan los ritmos del corazón, el jazz te hace vibrar y sentir a lo largo de las casi dos horas de película. Piano, batería, trompetas, trombones, saxofón… instrumentos clásicos de este estilo de música que demuestran el muy merecido Óscar al mejor sonido. Aquí podéis escuchar la canción que da nombre al largometraje: A su vez, es ganadora del Óscar al mejor montaje y al mejor actor de reparto con J.K. Simmons, cuya actuación en mi opinión, es inmejorable. «Whiplash» es el reflejo de una lucha constante por conseguir un sueño. Porque perseguirlo duele, sangra. «Whiplash» son las gotas de sangre y sudor que caen en el charles. Es la historia de la perfección y de la genialidad. Sin duda, una de las mejores películas sobre música que he visto.